Ser una Amante es sinónimo de Anónima, todo cuanto haces es algo furtivo, silencioso, oculto. Al principio es excitante, pero luego te das cuenta poco a poco que vas perdiendo algo importante para ti.
Libertad.
Pero yo estaba tan enamorada. Me era totalmente inútil tratar de negarlo. Ése hombre desesperante, mi amante, era también mi amor.
Sin su mirada ese oscuro día de lluvia, esa chispa diabólica y seductora, quizás nunca hubiese caído. Pero la tentación era demasiado grande y yo, quién siempre me considere una mujer fuerte, también probé de ese dulce pecado.
Pero nada pudo prepararme para ese día, el momento en el que me di cuenta de lo que yo significaba para Él.
Caminaba con prisa por las calles del centro de la ciudad. Era tarde, nunca esperé retrasarme tanto en el trabajo. Preparar una cena a toda prisa en el microondas era tan poco atractivo... por eso decidí comer en un restaurante. Cerca habían inaugurado recientemente uno que por los rumores era bastante bueno.
Los rumores no se equivocaban la comida y el servicio eran intachables. Pero fue cuando me levantaba para salir de allí cuando escuché una voz grave y familiar que me hiso estremecer de deseo. Giré mi cabeza y lo vi. Era Él. Sonreí y la sonrisa murió en mi rostro tan pronto como nació. Una guapa rubia, despampanante estaba colgada de su brazo y le lanzaba miradas lujuriosas.
Era demasiado para mi. Salí corriendo del sitio y no miré atrás.
Al llegar a casa me hundí entre almohadas y chocolates. Y a las doce en punto lo llamé.
-Hola.-Susurré al telefono.
-Hola. -Respondió Él. Su voz, maldita fuese, seguía causando estragos en mi ritmo cardiaco. -¿Qué tal fue tu día?
-Muy bien. -Mentí. -Salí en la mañana y luego del trabajo almorcé en ese restaurante tan adorable que abrieron recientemente en el centro.
-Ah, si. He oído de él. -
-¿Eso quiere decir que no has entrado? -Mi voz era suave, dulce, no transmitía el acero que actualmente sentía en mi corazón.
-No. -Me mintió el a mí.
-Debes llevarme alguna vez. No te arrepentirás. -Mi sonrisa cínica y mis ojos nublados por las lágrimas contenidas se reflejaban en el espejo de mi habitación. ¡Qué patética era! Y pensar que en el pasado había sido otra cosa. Algo más. Orgullosa de ser quién era. Todo eso se vino abajo este día.
-Lo sé. -Fue todo lo que él me dijo y luego colgó.
Ser una Amante es comprender tu lugar. Difícilmente podrás formar parte de su mundo diurno. Tú sólo serás parte de la otra cara de su vida que nunca le muestra a nadie. Tu sólo compartirás sus noches. Sería una estupidez albergar esperanzas vanales en torno a eso.
Ojalá yo no hubiese sido tan tozuda. ¿Pero quién sabe? Quizás secretamente fuera una masoquista y no lo había descubierto aún. Publicar entrada